domingo, 22 de mayo de 2011

Hipolítia parte 3

3. a)

Hipólito no se acordaba de la primera vez que había ido al teatro, desde que tenía uso de razón iba siempre, aunque antes del “cambio de vida” como lo llamaba él iba a los palcos, no se tenía que conformar con asistir en el paraíso. Y en lugar de ir una o dos veces al mes iba todas las semanas. Eran tiempos felices, con su profesor particular de francés y todo, la biblioteca de la casa era imponente todo era bello como un poema de Garcilaso, y como tal también tuvo su tragedia.

Y ahí estaba él, ahora, perdiéndose en divagaciones en lugar de prestar atención a la obra, un hombre con barba estaba sentado en un trono y con voz imponente condenaba a éste y aquél. Él se perdía entre los recuerdos, los rencores, la mala sangre que ahora había con ciertas personas, ya innombrables para él.

Poco tiempo después del “cambio de vida” se cambió de nombre, como una de las medidas. Y extrajo el nombre precisamente de la tragedia de Fedra se puso como nuevo nombre Hipólito Racine. Y le gustó.

No quería pensar en la facultad, pero debía hacerlo, la necesidad de sacar buenas notas, de estar siempre al día, estudiar mucho, no sólo era una obsesión personal de perfección, era también la condición con la cual obtenía el dinero que usaba para no tener que trabajar. Pero era un muchacho inteligente, inteligente y gracias a su desprecio por el género femenino y su altanería para con el masculino, tenía una nula vida social, lo que le daba más tiempo para estudiar. Repasaba también, cuando disponía de ratos libres, el francés, que ya no podía aprender por cuestiones monetarias, pero los libros le quedaron. Agradeció a dios.

3.b)

Teseo, sospechando del adivino, decidió ir al templo de Posidón que estaba en el borde de un acantilado donde a veces llegaban las olas más altas. El camino era largo y Piritoo no le quiso acompañar, tenía otras cosas que hacer según dijo enigmáticamente. Hacía semanas que el clima no cambiaba, en la tierra había viento y nubarrones oscuros, pero en el mar la cosa era aún peor. Y cambiaba según las horas, durante el día se podía caminar, hacer cosas sin mayor necesidad que ponerse un abrigo, pero a las noches las nubes descargaban toda su furia agua y piedra caía del cielo, no se podía salir de la casa. El alimento estaba empezando a escasear. El guardia del templo no lo dejó pasar, pese a sus suplicas, sus ruegos, su desesperados gritos.

Piritoo vio salir a su amigo abatido hacia el templo de Posidón, y él tomo el camino al oráculo, había algo que le molestaba, pero no podía saber qué era. Cuando llegó a la cueva no entró, sino que se puso a ver el terreno que la circundaba, en eso vio una senda, que había sido abierta un mes antes, como poco y dos meses atrás como mucho, se internó cautelosamente y observo un pequeño campamento de una decena de hombres y tenían a uno encerrado, sus ropas andrajosas, similar al que estaba dentro de la cueva, pero a la distancia no lo pudo observar bien. Decidió comunicarle a su amigo las noticias antes de hacer nada.

Noticias de guerra asolaban Atenas, se veían ejércitos enemigos en los atalayas, los ejércitos de la ciudad estaban mermados por el contingente que se fue con su antiguo monarca. Las noticias viajan rápido los soldados estaban mal armados y no eran muchos, pocos tenían un verdadero entrenamiento como soldados y los generales estaban ausentes. En la taberna entrenaban como siempre los soldados, había pasado ya tres semanas que se conocieron Jean-Pierre y Fedric y éste último aprendió maravillosamente el arte de la espada, pero con modificaciones sutiles, movimientos más elásticos, no se sabía si bailaban o si peleaban, en cualquier caso el público aumentaba. Al oír la noticia del posible sitio a la ciudad Jean-Pierre quiso salir tan pronto como había entrado, pero Fedric, quien amaba la ciudad por motivos tan fuertes como los de su compañero para odiarla lo persuadió de que tenían que quedarse.

-Vamos a perder, y no me gusta perder

-No, los generales no están pero mira a tu alrededor, mira toda esta gente que nos mira día tras día, que vienen incansablemente por el famoso mercenario de exóticas costumbres, con un poco de entrenamiento y un equipamiento mínimo ya tendréis una milicia con la cual hacer frente a la invasión, por otro lado sin contar la gloria y fama que tendrás después de la batalla piensa en la recompensa, el oro que te darán por los servicios, más las armas del enemigo que recuperemos (siguió hablando Fedric con una poderosa arenga que cada vez inspiraba más a los mirones, ya no había ninguna duda, Jean-Pierre tenía ahora sequito, y vocero, nadie prestó atención a lo femenino de la voz, sin necesidad de hechizo alguno)

3.c)

Lucrezia lloraba desconsoladamente, tanto trabajo, tanto esfuerzo totalmente destruido por la misma arma que ella había empleado, quién hubiera previsto esa caída de quién todos estaban seguros de que sería el próximo presidente o algo así, prometía mucho, y ahora, desheredado, su palanca para hacerlo favorecerla se transformó por culpa de ese pérfido en su ruina política, al menos por unos años no podría mostrar la cabeza por ningún partido, las aguas necesitaban de aquietarse y no sabía si cuando volviera todo habría cambiado.

Decidió volver de momento a su pueblo, lejos de la gran ciudad. Allí nadie sabría del video, nadie la miraría raro, tomo el primer colectivo para Córdoba, de allí iría a ver a su madre y su padre, reposar un tiempo le pareció la mejor de las ideas.

El primer paso que dio fue ir al grupo de teatro, en el cual aún no se terminaba de liberar, pero al menos tenía ciertas sensaciones de libertad que antes no tenía, cierta empatía para con sus compañeros. Su segunda acción en su proceso de cambio y transformación fue la ansiedad de sentirse bien en su propio cuerpo, poder mirarlo y admirarlo como algo bello, y no solo como esa cosa amorfa y fea que siempre había visto en el espejo (al punto que no tenía espejos en su casa, motivo que la obligo a comprarse uno). Necesitaría tiempo pero no desesperó. Fue a un gimnasio tras otro, probaba las clases miraba a los que entrenaban veía cuál podría ser su futuro, noto que la fisionomía de los que van a esos lugares se terminan pareciendo, salvo por las caras el cuerpo quedaba estandarizado, y luego de ver eso pudo identificar a cualquiera que fuera a un gimnasio por la forma de sus piernas, su espalda, la postura, etc.

Finalmente Marcela encontró un gimnasio que sin saberlo era exactamente lo que esperaba encontrar, cada persona en ese lugar tenía un cuerpo armónico y diferente, que le daba una simetría con la cara, de modo que todos eran diferentes pero todos eran inmejorables en su fisionomía. Habló con la dueña que estaba explicando a un hombre corpulento la manera correcta de hacer el ejercicio. Hablaron por largo rato y prometió empezar la semana siguiente, pese a las peticiones de la otra de empezar ese mismo día.

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