sábado, 30 de julio de 2011

Hipolitía 4.b

4. b)

En la casa de los felices había un caos poco usual, Zeus estaba de viaje y la anarquía reinaba, los dioses no se ponían de acuerdo, y había aguas muy revueltas. Finalmente llegó zeus despues de visitar templos de lejanos lugares que requerían su atención. Posidón estaba bramando, quería asesinar a Teseo y darle a Hironte la corona de Atenas. Apolo se rehusaba a cualquier premio a Hironte que había maltratado a uno de sus oráculos. Afrodita estaba en una gran duda con respecto a Hipólito, pues por un lado quería matarlo por no respetarla (y enemistarse con Artemisa) o dejarlo libre por el amor que le profesaba Frederic. Hera estaba asombrosamente en paz, lo cual era bueno, no era fácil calmar su ira cuando se enojaba. Zeus escuchó a todos y les dijo que en dos días llegaría a una resolución.

Esa noche y el día siguiente estuvo hablando con Hera para ver como compensar las pasiones de los demás sion ofender demasiado a los otros. Finalmente encontraron una solución y fueron a exponerla a los dioses. No satisfacían completamente a ninguno, pero tampoco les llevaban la contra. Con respecto a Teseo (a quién Zeus tenía un particular cariño) decidió no matarlo, pero quitarle su bien más preciado, iba a perder a su mujer, su hijo y su ciudad. (con esto Posidón aunque ofuscado, al menos iba a permitir que viviera), con respecto a Hironte, decidieron que no iba a recibir apoyo, no iba a conquistar Atenas, pero tampoco iba a recibir oposición, la lucha contra Teseo iba a ser en términos de igualdad, sin ayuda divina por ninguno. Finalmente encontraron el castigo a Hipolito que iba a agradar a Afrodita y no ofender a Artemisa, Hipólito se convertiría en mujer, de esa forma sería castigado por odiar a las mujeres, y más aún iba a tener ciertos instintos que lo influenciarían para que amara a Frederic, y así ella también sería recompensada, y sería la reina de Atenas como era bien merecido despues de las penurias que padeció con el viaje de Teseo.


Piritoo habló francamente con Teseo sobre lo sucedido, buscaron a cinco de sus mejores hombres, diestros en la espada y acostumbrados a la batalla. Siete contra once no era un mal número, y la pelea desviaría la pesadez que estaba pesando por los guerreros debido a la inactividad. Sería bueno volver a tensar los músculos, ver sangre, encomendarse a ares una vez más. Fueron cautelosamente de noche, no por cobardes sino porque querían capturar a la mayor cantidad de vivos que les fuera posible. Y una lucha abierta reducía las posibilidades, a menos que fueran cobardes, pero no se debía subestimar al enemigo.

Llegaron al lugar y había una hoguera, tres guardias patrullaban y el resto dormía. Se encargaron de dos de los guardias (no encontraron al tercero, posiblemente huyo cuando vio la acometida, o se fue a mandar un mensaje a alguien de lo cual salían dos posibilidades: o que se fue antes de que ellos llegaban y por motivos desconocidos, o se fue despues que ellos llegaron y entonces había refuersos que iban a atacarlos a escondidas) y capturaron a cuatro hombres (los otros se habían despertado antes de ser apresados y murieron en batalla). Sin contar al viejo atado.

Se los llevaron a todos para el campamento, a los presos los ataron bien y amordazaron, dejándolos atados a picas de madera. Al viejo le dieron alimento, agua y le ofrecieron una tienda para que durmiera. Piritoo estaba entusiasta por la breve batalla, mientras que Teseo estaba aún más cabisbajo y meláncolico que de costumbre desde que las tormentas los atormentaban, y eso era decir mucho de ese fuerte y generalmetne alegre hombre.

A la mañana siguiente, tenían que conseguir información, Piritoo se encargo de hacer los interrogatorios a los presos y Teseo habló con el viejo. Los presos sólo eran mercenarios de poca monta que habían sido contratados para secuestrar al viejo y mantenerlo cerca. Estaban a las órdenes del tirano de Poros una ciudad vecina (estaban en Megalo Neori) Hironte era su nombre, y era un tirano terrible, según se contaba en la zona.

El viejo, dijo ser el verdadero oráculo de la gruta, y dijo ser secuetrado para ocultar la verdad, pero que apolo no se olvidaría de sus servicios. Pero no todas eran buenas noticias. Parece que Teseo despertó la cólera de Posidon, cuando mato a su hijo en el laberinto, no tanto por el hecho de matarlo, sino por no haber honrado sus restos, por dejarlo para comida de perros, y ni siquiera hacer ofrendas a su padre. Por otro lado, Poros era un tirano cruel, pero era muy respetuoso de los dioses, asi que rogo a Posidón para que te retuviera para poder él invadir una Atenas acéfala. Como dijo, Posidón tenía en alta estima a Hironte y le guardaba rencor a Teseo, asi que accedió. Pero Hironte cometió una falta al secuestrar al Oráculo, con lo cual perdió favores divinos por tan pérfida acción, pues temía que si él le contaba a Teseo el verdadero motivo de su retraso, éste fuera a Poros a invadir con su ejército.

Teseo entró en un rapto de colera, empezó a destruir su propia tienda si no fuera porque Piritoo y sus demás compañeros que lo detuvieron con grandes esfuerzos. Tenían que tranquilizarlo de alguna manera antes de pensar en lo que les depararía el futuro.


En la taberna las cosas se movían ágilmente, el dueño de la misma era un guerrero retirado, que ante la inminente invasión desidió tomar cartas en el asunto y se unió al grupo, que cada vez era más grande, el miedo al saqueo por un lado, y la fama de los “guerreros del dragón” (llamados así porque la taberna tenía el título de “semillas del dragón” haciendo alusión a la procedencia del dueño de Tebas). Así, los guerreros del dragón crecían en disipulos y ya se había adaptado la taberna y lugares vecinos para el entrenamiento, se organizaban a modo de falanges, como buenos griegos, y todos buscaban la protección de su modo de vida, o si no tenían nada que perder, la oportunidad de ser alguien.

Las noticias de este grupo alarmó a la guardia de la ciudad que, debilitada por la ausencia del rey y gran parte del ejercito por un lado, y con una amenaza externa por el otro. El comandante a cargo, un valeroso, pero joven guerrero, se dirigió con sus pocos adeptos a desbaratar el “ejercito del dragón” antes que tomaran el poder por la fuerza. Había llegdo tarde, evidentemente, y en la batalla perdió a casi todos los hombres, cayendo el mismo en prisión. Destartalada la única fuerza significativa de la ley empezaron los motines. Pero Jean-Pierre tomo el trono vacío, sin que nadie se atreviera a protestar, y con el apoyo (más que apoyo, fue idea de Fedric, tras una larga discución en la cual se evaluaba quién debía ser la cara visible, pues aunque Jean-Piere era el monarca, Fedric, Antoine (el tabernero) y tres guerreros de valor que sobresalían en sus artes de combate decidían todo en conjunto, debatían y opinaban libremente.

Ya en el castillo, y en posesión de las armerías reales, pudieron equipar al ejercito del dragón apropiadamente. Y luego de dos semanas liberaron al jefe de guardias y le restituyeron el cargo, le dio hombres a su cargo para que reinstalara la ley dentro de las murallas.

Pero mientras “jugaba al rey” el ejercito enemigo se acercaba, y no tenían buenos exploradores, así que Jean-Pierre decidió tomar cartas en el asunto personalmente, él era muy bueno como explorador, y conocía los bosques y las montañas que rodeaban a la ciudad, sabía como explorar y como vigilar, como cazar y como armar trampas. Si bien todos insistieron en ayudarlo en la misión rehusó compañía, pues el trabajo se hace mejor solo, y porque ten´pian una tropa que organizar, entrenar y endurecer. Lo que no sabía es que ese viaje era mucho más peligroso que lo que sospechaba, y no precisamente por el ejercto enemigo.

En el bosque mientras buscaba el sendero para ir a explorar vio de reojo un ciervo blanco que corría, lo persiguió, porque era un buen augurio pero tambien porque era hermoso, y pocas veces tenía la oportunidad de ver uno. Corrió por todo el bosque buscándolo, sin saber que era Afrodita metamorfoseada a quién perseguía, que lo odiaba por su desprecio hacia las mujeres y hacia su divinidad. Le mostró un claro dónde había una pequeña laguna, y cuando llegó había un arco hermosamente talladado, le faltaba la cuerda para tenzar y no tenía flechas, pero el arco era inconfundible entre el follaje, de una madera exquisitamente tallada medía poco menos de dos metros, y tenía un agarre que se acomodaba perfectamente a su mano, al agarrarlo sintió una poderosa energía que le recorría todo el cuerpo, en poco tiempo la energía dejo de molestar, pero se sentía raro, como si hubiese cambiado algo dentro suyo. Leyó la inscripción que tenía tallada la parte superior del arco “HIPOLITA” y se largó a llorar desconsoladamente. Por algún extraño sortilegio había encontrado el arco de su difunta madre, reina de las amazonas, denigrada por propios y ajenos, sin nadie que velara por su memoria. Salvo él. Tenía que restaurar su memoria, su gloria, tenía que salvar Atenas.

Siguió por los bosques hasta llegar cerca del campamento enemigo, eran muchos, quizás tres mil guerreros, que sumado a los ayudantes y demás gente sin importancia en el recuento podrían llegar fácilmente a siete mil, pero a quién debía derrotar era a esos tres mil importantes, usaban lanzas lo cual era algo bueno y malo. Bueno, porque eran griegos, malo, porque estaban bien instruidos. Entre sus hombres en el último recuento apenas llegaban a mil y unos quinientos bien armados, el resto con poco y nada de entrenamiento y de armas. Tenían la ventaja de las murallas, pero carecían de arqueros competentes. La lucha no se mostraba positiva. No tenían grndes posibilidades de ganar sin la ayuda de algún dios, y últimamente no estaban caritativos con él.

Cuando estaba volviendo vio a lo lejos un pequeño grupo de seis hombres que se internaban en el bosque, los siguió sigilosamente sólo para descubrir que estaban envenenando la corriente de dónde se saca agua en la ciudad. Y eran muchos para pelear él solo, ante las opciones decidió correr a Atenas para avisar y evitar la mayor cantidad de muertes. Los dioses definitivamente no estaban ayudándolo.

domingo, 29 de mayo de 2011

Hipolítia parte 4.a

4.a)

Eduardo había comprendido finalmente la mente y su funcionamiento de 10 personas el último año. Era un profesor de la universidad, pero las clases le aburrían por eso siempre buscaba a alguien que sobresaliera por algún motivo, y trataba de comprenderlo, primero superficialmente ¿Por qué eligió ese peinado hoy? ¿Qué representa esa remera en esa persona en esa clase? Esta clase de preguntas iniciaban su acercamiento. Para hacérselo más difícil a si mismo (y para no levantar sospechas ni cosas raras, la facultad difiere de un conventillo en que la primera tiene mejores baños) buscaba de otras carreras, que no haya una conexión evidente.

Hacía una semana que había terminado con su último proyecto, y una vez entendido, se volvió aburrido, eso le pasaba siempre, se decía a si mismo que en algún momento iba a asesinar a alguien después de entenderlo. Pero simbólicamente lo hacía, salvo por el hecho que algún día pudiera necesitar de alguno (y todos terminaban felices de que él los entendiera, los masoquistas) no existían en su mente más que como un número, un cuaderno con todas sus notas pasadas y analizadas, de hecho eran tres los cuadernos por persona, en el primero iba tomando las notas de lo que observaba, en el segundo mostraba como se veía el sujeto a sí mismo y en el tercero (el más importante) era el resumen donde entraba toda la mente pensamientos e historia de dicho individuo, cómo llegó a ser lo que es, cuáles son sus motivaciones, qué entiende por vida, etc.

En eso estaba cuando vio a Hipólito por primera vez, aislado, con un libro, estaba decidido, tenía una nueva víctima, un nuevo enigma que resolver, demasiado raro para no encajar, demasiado normal para seguir yendo a clase, en definitiva, un ser que valía la pena mirar, aunque sea para descubrir lo terriblemente vulgar y común de su vida (pocas personas tenían una historia interesante que contar, Eduardo mismo había tenido una vida que se podría resumir en diez líneas)

Cinco meses antes de ir al teatro Hipólito decidió empezar a hacer un cantar épico en prosa que rescatara la historia de aquel Hipólito griego, pero decidió cambiar algunos nombres, aparte de hacer juegos con ellos, pero lo principal era dejar de relegar a ese joven a ser la sombra de Teseo, de ser menospreciado y exiliado en dos obras de teatro, que para peor, en la segunda ni siquiera era el protagonista. Había que traerlo de vuelta, cambiar la historia, hacerla atractiva, modificarla, estafar, engañar, mentir, pero hacer que la obra valga, nuevos enemigos, viejos enemigos, todo se conjugaría en su obra maestra… escribió “Un hombre con una toga blanca habla solo, anhelando su mujer a la que tuvo que dejar tiempo atrás por un viaje que se le imponía” así comenzaría la Hipolitía aunque el personaje principal tuviera otro nombre, él sabría que es Hipólito, y nadie más importaba.

A las pocas semanas de empezar a escribir, se le aproximo un hombre de barba, vestido de un traje pasado de moda, con algunos remedos, apenas si cruzaron palabras, pero tenía la impresión que ese hombre lo comprendía, había algo en su postura, en su actitud, de “yo lo sé y no tengo problema en ello”. Se rio de sí mismo; siempre se creía que había hecho algo malo, matar a alguien o algo así y es porque en cierta manera se sentía responsable, si bien no le debía nada, de haber matado simbólicamente a su padre. Los tiempos no eran aquellos, desde entonces se siente en falta.

sábado, 28 de mayo de 2011

la bomba ya explotó

La calle ya está desierta. La gente que podía huir ya huyó. Los autos ya yacen destruidos. El humo ya se dispersó a los cuatro vientos. La gente que vive en edificios cercanos ya se asomaron a las ventanas. La policía ya no llegó a tiempo. Los bomberos tampoco. El objetivo ya fue destruido, el banco fue robado, el asesino ya salió ileso, el ladrón también. Los cuerpos están ensangrentados. Las caras ya están lavadas por las manos que se lavan mutuamente. Alguien lo sabe. Nadie sabe que ese alguien sabe. Pero ese alguien no va a hablar. Nadie va a hablar pero sólo un alguien puede hablar. Puede hablar y puede ser asesinado por lo que puede decir. Su saber no conlleva un poder, pero el saber que su saber puede conllevar la muerte es lo que hace que pueda seguir vivo. Los ladrones no avisados de la bomba se desparramaron entre los cadáveres o entre saqueadores, algunos tuvieron suerte, otros no. Una figura se aleja, vestida con un traje negro se va caminando, ajena a todo el caos atrás suyo, en su mente revivió el momento miles de veces, de una manera de otra. Él puede ver futuros, en plural, porque cada acción lo modifica un poco, pero no totalmente, de noche duerme y ve grandes acontecimientos, a veces importantes como la bomba, a veces insignificantes como el día que va a morir. En la explosión logró recuperar un objeto valioso. No puso la bomba, pero se aprovechó de su conocimiento. Ahora tiene cierto mazo de cartas, muy ponderado por cierto. Se fue caminando lentamente, sin mirar atrás, aún tenía dos días de vida antes que los ladrones que si explotaron la bomba se enteraran que su misión falló. Su competidor ya sebe saber lo que va a hacer, él mismo ya lo sabe. Ya lo vio, ya lo vivió tantas veces que le parece mentira que no hay sucedido ya. Pero tiene el mazo, qué hará con él. Podrá vivir en el conocimiento, o se suicidará. En un futuro se suicida, en otro es asesinado en otro sale vivo. Quizás ponga una nueva bomba, o quizás se dedique a las apuestas. Saber un futuro es mejor que no saber ninguno en las carreras. Otro sabedor del futuro lo mató por el mazo, dice que al último sonrió, había sucedido distinto.

domingo, 22 de mayo de 2011

Hipolítia parte 3

3. a)

Hipólito no se acordaba de la primera vez que había ido al teatro, desde que tenía uso de razón iba siempre, aunque antes del “cambio de vida” como lo llamaba él iba a los palcos, no se tenía que conformar con asistir en el paraíso. Y en lugar de ir una o dos veces al mes iba todas las semanas. Eran tiempos felices, con su profesor particular de francés y todo, la biblioteca de la casa era imponente todo era bello como un poema de Garcilaso, y como tal también tuvo su tragedia.

Y ahí estaba él, ahora, perdiéndose en divagaciones en lugar de prestar atención a la obra, un hombre con barba estaba sentado en un trono y con voz imponente condenaba a éste y aquél. Él se perdía entre los recuerdos, los rencores, la mala sangre que ahora había con ciertas personas, ya innombrables para él.

Poco tiempo después del “cambio de vida” se cambió de nombre, como una de las medidas. Y extrajo el nombre precisamente de la tragedia de Fedra se puso como nuevo nombre Hipólito Racine. Y le gustó.

No quería pensar en la facultad, pero debía hacerlo, la necesidad de sacar buenas notas, de estar siempre al día, estudiar mucho, no sólo era una obsesión personal de perfección, era también la condición con la cual obtenía el dinero que usaba para no tener que trabajar. Pero era un muchacho inteligente, inteligente y gracias a su desprecio por el género femenino y su altanería para con el masculino, tenía una nula vida social, lo que le daba más tiempo para estudiar. Repasaba también, cuando disponía de ratos libres, el francés, que ya no podía aprender por cuestiones monetarias, pero los libros le quedaron. Agradeció a dios.

3.b)

Teseo, sospechando del adivino, decidió ir al templo de Posidón que estaba en el borde de un acantilado donde a veces llegaban las olas más altas. El camino era largo y Piritoo no le quiso acompañar, tenía otras cosas que hacer según dijo enigmáticamente. Hacía semanas que el clima no cambiaba, en la tierra había viento y nubarrones oscuros, pero en el mar la cosa era aún peor. Y cambiaba según las horas, durante el día se podía caminar, hacer cosas sin mayor necesidad que ponerse un abrigo, pero a las noches las nubes descargaban toda su furia agua y piedra caía del cielo, no se podía salir de la casa. El alimento estaba empezando a escasear. El guardia del templo no lo dejó pasar, pese a sus suplicas, sus ruegos, su desesperados gritos.

Piritoo vio salir a su amigo abatido hacia el templo de Posidón, y él tomo el camino al oráculo, había algo que le molestaba, pero no podía saber qué era. Cuando llegó a la cueva no entró, sino que se puso a ver el terreno que la circundaba, en eso vio una senda, que había sido abierta un mes antes, como poco y dos meses atrás como mucho, se internó cautelosamente y observo un pequeño campamento de una decena de hombres y tenían a uno encerrado, sus ropas andrajosas, similar al que estaba dentro de la cueva, pero a la distancia no lo pudo observar bien. Decidió comunicarle a su amigo las noticias antes de hacer nada.

Noticias de guerra asolaban Atenas, se veían ejércitos enemigos en los atalayas, los ejércitos de la ciudad estaban mermados por el contingente que se fue con su antiguo monarca. Las noticias viajan rápido los soldados estaban mal armados y no eran muchos, pocos tenían un verdadero entrenamiento como soldados y los generales estaban ausentes. En la taberna entrenaban como siempre los soldados, había pasado ya tres semanas que se conocieron Jean-Pierre y Fedric y éste último aprendió maravillosamente el arte de la espada, pero con modificaciones sutiles, movimientos más elásticos, no se sabía si bailaban o si peleaban, en cualquier caso el público aumentaba. Al oír la noticia del posible sitio a la ciudad Jean-Pierre quiso salir tan pronto como había entrado, pero Fedric, quien amaba la ciudad por motivos tan fuertes como los de su compañero para odiarla lo persuadió de que tenían que quedarse.

-Vamos a perder, y no me gusta perder

-No, los generales no están pero mira a tu alrededor, mira toda esta gente que nos mira día tras día, que vienen incansablemente por el famoso mercenario de exóticas costumbres, con un poco de entrenamiento y un equipamiento mínimo ya tendréis una milicia con la cual hacer frente a la invasión, por otro lado sin contar la gloria y fama que tendrás después de la batalla piensa en la recompensa, el oro que te darán por los servicios, más las armas del enemigo que recuperemos (siguió hablando Fedric con una poderosa arenga que cada vez inspiraba más a los mirones, ya no había ninguna duda, Jean-Pierre tenía ahora sequito, y vocero, nadie prestó atención a lo femenino de la voz, sin necesidad de hechizo alguno)

3.c)

Lucrezia lloraba desconsoladamente, tanto trabajo, tanto esfuerzo totalmente destruido por la misma arma que ella había empleado, quién hubiera previsto esa caída de quién todos estaban seguros de que sería el próximo presidente o algo así, prometía mucho, y ahora, desheredado, su palanca para hacerlo favorecerla se transformó por culpa de ese pérfido en su ruina política, al menos por unos años no podría mostrar la cabeza por ningún partido, las aguas necesitaban de aquietarse y no sabía si cuando volviera todo habría cambiado.

Decidió volver de momento a su pueblo, lejos de la gran ciudad. Allí nadie sabría del video, nadie la miraría raro, tomo el primer colectivo para Córdoba, de allí iría a ver a su madre y su padre, reposar un tiempo le pareció la mejor de las ideas.

El primer paso que dio fue ir al grupo de teatro, en el cual aún no se terminaba de liberar, pero al menos tenía ciertas sensaciones de libertad que antes no tenía, cierta empatía para con sus compañeros. Su segunda acción en su proceso de cambio y transformación fue la ansiedad de sentirse bien en su propio cuerpo, poder mirarlo y admirarlo como algo bello, y no solo como esa cosa amorfa y fea que siempre había visto en el espejo (al punto que no tenía espejos en su casa, motivo que la obligo a comprarse uno). Necesitaría tiempo pero no desesperó. Fue a un gimnasio tras otro, probaba las clases miraba a los que entrenaban veía cuál podría ser su futuro, noto que la fisionomía de los que van a esos lugares se terminan pareciendo, salvo por las caras el cuerpo quedaba estandarizado, y luego de ver eso pudo identificar a cualquiera que fuera a un gimnasio por la forma de sus piernas, su espalda, la postura, etc.

Finalmente Marcela encontró un gimnasio que sin saberlo era exactamente lo que esperaba encontrar, cada persona en ese lugar tenía un cuerpo armónico y diferente, que le daba una simetría con la cara, de modo que todos eran diferentes pero todos eran inmejorables en su fisionomía. Habló con la dueña que estaba explicando a un hombre corpulento la manera correcta de hacer el ejercicio. Hablaron por largo rato y prometió empezar la semana siguiente, pese a las peticiones de la otra de empezar ese mismo día.

lunes, 9 de mayo de 2011

Segunda Parte

2

Hipólito iba a la facultad menospreciando a sus profesores y compañeros, pero no tenía muchas opciones, debía seguir estudiando, esa era una de las condiciones. En su capa de aislamiento se sentía cómodo, y más cuando era observado a la distancia, con recelo, se entretenía en los ratos libres imaginándose lo que dirían de él. Incluso hubo una chica que le declaró su amor, y él tuvo por fin la prueba que buscaba, y la pasó como un héroe, desdeñando a la pobre ilusa.

Fue un largo entrenamiento el aprender a controlar sus impulsos por las mujeres, estuvo al menos tres años en el proceso de inmunizarse contra ese género despreciable. Pero aún hoy, mirando la obra de teatro, se detenía a pensar en el personaje, el personaje de esa obra lograba esquivar a las mujeres encadenándose a una mujer prohibida, entonces su amor era casto. Pero Hipólito se preguntaba si en realidad no era esa una forma de sublimación, en el sentido que utilizaba el amor casto para enterrar sus pasiones, de la misma forma que él mismo se encerraba en su mutismo y su pinta de raro para evitar cualquier pasión por parte de las mujeres que lo llevara a despertar sus pasiones bien escondidas.

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Teseo fue a consultar al oráculo por las tormentas que asolaban el puerto, las noches se le hacían interminables por las terribles pesadillas de las que era víctima, y había algo muy real en ellas, algo que lo hacía despertar con sudor frío. Reunió valor y encaró para el bosque. No era lo mismo que ir a Delfos, pero Delfos quedaba en otra parte, en su antigua tierra. Le pidió compañía a Piritoo para ir al oráculo. Cuando llegaron un viejo de larga cabellera los estaba esperando. Les ofreció vino, que ambos rechazaron pero el gesto les dio confianza en ese ser que no era tan extraño a las costumbres griegas. El viejo, que dijo olvidar su nombre, les profetizó que había una energía que impedía que Teseo emprendiera la marcha, y que él nada podía hacer para apaciguar las tempestades, pero que podía darle un brebaje para que tuviera un buen descanso libre de pesadillas, Teseo enfurecido sacó la espada y Piritoo tuvo que contenerlo, finalmente se fueron cabizbajos y meditabundos.

Jean-Pierre entrenaba todas las mañanas en el patio de la taberna, con el torso desnudo, y desafiando con espadas de madera a todo aquel que se atreviera, las mujeres veían desde el mural pues tenían vetada la entrada al establecimiento. En momentos luchaban dos o tres personas juntas contra él pero siempre salían perdiendo, Fedric era un muchacho imberbe que siempre lo miraba pero nunca participaba de las ficticias batallas. Pasados los días se volvió un elemento más del decorado.

Frederique (que luego de su caída y de su cambio de sexo se autodenominó Fedric) estaba obnubilada por ese extraño hombre que combatía con tanto vigor. Y pasaba las noches inquiriéndose cómo entrar en contacto con él sin que descubriera su femenina esencia. Finalmente urdió un plan que suponía que iba a dar éxito, hizo una pócima que le había enseñado a hacer una sabia mujer, cuando aún era reina y no simple plebeya, y sobornó al tabernero para que se la ponga en una bebida al hombre. Al día siguiente, después de su práctica matutina le habló, con su voz femenina, y le dijo que quería aprender a pelear, que era el hijo bastardo de una familia noble y que fue despreciado por bastardo y porque nunca adquirió barba ni voz de hombre. De alguna forma (el destino, algún hado fatal) Jean-Pierre se compadeció de este muchacho, y decidió darle instrucciones. Algo había en sus ojos que le impedía ver la verdad, no sabía que había sido hechizado mucho antes incluso de haber bebido el fatal brebaje.

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Marcela empezó a leer con avidez los libros que sacaba de la biblioteca, y algunos personajes le fascinaban, particularmente los de las femme fatale esas mujeres desapasionadas que hacían que hombres cometieran asesinatos por la promesa de algún día estar con ellos. A diferencia de ella misma, esas mujeres eran decididas, desapasionadas, fuertes, imponentes. Mientras que ella siempre fue casi desapercibida, su hermana mayor se llevaba todos los méritos de absolutamente todo, no había nada que su hermana no hiciera y descollara en eso, lo cual llevó a que los padres siempre le dijeran lo defraudados que estaban “porque no podes ser como tu hermana” le decían, y eso a su vez llevaba a que se rebelara y así sucesivamente. Tenía que cambiar, dejar de ser lo buena que era, empezar a ser ella misma una femme fatale, lo principal: la actitud. Debía dejar de ser como era, para abrazar la confianza, pero cómo podría llegar a ser eso que no era.

Un día caminando por los pasillos de su facultad encontró un papel “grupo de teatro” siempre vio esos carteles pegados pero casi nunca había nada interesante, de cualquier manera en esos momentos era exactamente lo que necesitaba un lugar donde le enseñaran a no-ser ella. A ser alguien más. Con práctica y tiempo ella podría adoptar la figura que quería para sí.

sábado, 7 de mayo de 2011

primera parte

1

Un día frío en la ciudad de Córdoba, un joven con un sobretodo algo pasado de moda sube hasta el paraíso del Teatro del Libertador, sin saberlo, verá la última obra de teatro de su vida, pero la verá en francés. Una compañía que tiene cierto reconocimiento en Europa pero es poco conocida de este lado del mar va a hacer una representación nueva de una obra vieja. Una antigua obra de Racine, pero Hipólito (así se llama el joven de quién hablamos) no sabe si respetarán el guión original o no.

Tampoco le interesa demasiado, simplemente el hecho de ir, (y más aún el hecho de decir que fue a ver a una compañía francesa al Teatro del Libertador) es lo único que le importa, mostrarse cosmopolita y seguro de sí mismo. Leyó la tragedia de Racine en francés, pero cotejándola constantemente con una versión traducida.

Un hombre con una toga blanca habla solo, anhelando su mujer a la que tuvo que dejar tiempo atrás por un viaje que se le imponía. Ahora que había cumplido su cometido tenía la intención de regresar, pero el tiempo era demasiado tempestuoso para zarpar. Se reúne con un compañero de armas, a juzgar por su espada en el cinto y su escudo en la espalda, y el amigo lo mira extrañado. “¿Por qué tienes tan turbado el semblante?” inquiere el amigo “Pues hace ya dos años que no veo a mi esposa más que en sueños, tengo visiones espantosas”, “Entonces deberíamos hablar con un adivino, para saber mejor lo que los dioses quieren”

Un joven con frac llega a la ciudad de las luces, llega a una taberna y saca una bolsa llena de monedas de oro, le dice al tabernero: “te doy este dinero para que pueda estar mi entera estadía, que no pasara de una semana, sin tener que ver a ninguna mujer, así que tiene que echarlas a todas” el cantinero se ríe nerviosamente al principio pero al ver que la decisión está tomada, hace lo que le pide, pues estaba ansioso de poner las manos sobre esa bolsa de oro.

Una mujer de dudosa moral con el pelo corto y frac, estaba sentada en ese momento con dos jóvenes en esa taberna, está hablando con una voz gruesa y potente, para no llamar la atención a sus pechos. En una época ella fue una reina, todos la alababan pero su rey, su marido se fue en una expedición tiempo atrás, y usurpadores se apoderaron del trono.

En la universidad corría el rumor de un compañero que decía ser francés, que fumaba pipa y que leía a Baudelaire en los lugares comunes, siempre solitario, siempre aislado, pero llamando la atención. También se comentaba que no hablaba nunca con nadie, otros decía que era mudo, y alguno decía que era simplemente misántropo. La cuestión es que una muchacha había caído bajo sus encantos, pero él la rechazó desdeñosamente en medio de un concurrido público. La fama de él se incrementó, y la reputación de ella fue motivo de aislación involuntaria, se había convertido en una paria, y sus amigas tenían miedo de juntarse con ella. Al menos eso pensaba ella, nunca sabremos si primero la aislaron y después ella sintió vergüenza de sí misma o si fue a la inversa.

Quizás fue el destino, quizás algún factor totalmente aleatorio, pero lo cierto es que cuando fue a la biblioteca en busca de algún libro en el cual volcar su frustración la bibliotecaria le dio un libro de Chandler. Al tener su vida social acotada se sumaba el tiempo libre que no gastaba en estudiar pues su elección de la carrera a seguir no fue totalmente voluntaria devoró libro tras libro, comía poco, dormía menos.

martes, 29 de junio de 2010

Tarde de Mates

Hay un frasco con azúcar abierto y una cuchara dentro de él. Unos criollos, y un tarro con dulce de leche que está abierto y tiene un cuchillo, impacientente por untar los criollos. También hay un plata con otra cuchara, esa servirá para tirar la yerba cuando este muy lavado el mate. Al lado de ese plato está un paquete de yerba, para rellenar una vez se vacíe el mate. Todo está perfectamente desplegado alrededor del mate que está en el centro del individual. Llena el termo. Pone yerba y un poco de azúcar en el cuenco, le pone la bombilla.

Sirve la primera tanda de mates, digamos, desde el primero hasta que se vacía la bolsita de criollos, que sería el mate 10 (porque los toma lentamente, saboreándolos) en esta primera tanda no le pone mucha azúcar, porque los criollos con dulce de leche lo compensan. Es en esta ronda cuando solo ve los placeres de la vida, disfruta de cada bocado, de cada succión en la bombilla, en una ocasión se acuerda de alguien, pero ese recuerdo sólo dura un instante. Por la ventana ve como el sol se acerca al oeste, y la temperatura es agradable, con una remera manga larga ya le alcanza.

Empieza la segunda ronda de mates que estaría marcado desde que se acabaron los criollos y concluiría cuando cambia la yerba, para hacer cierta simetría, esta tanda también será de 10 mates. Pero éstos son más rápidos, más azucarados. Esta vez en mundo exterior entra en esa mente, en la forma de un tema que pasan por la radio (que recién se entera que estaba prendida). Un poco de nostalgia lo invade, pero no se atreve a penetrar muy hondo en sus pensamientos. Recuerda a cierta persona, pero evade rápidamente pensando en la letra de la siguiente canción. Se termina de lavar el mate, así que la cambia con cierto ritual y cierto silencio mental. Está oscureciendo.

Y esta, que consideraremos la tercera tanda de mates y la última tanda del termo, que se considerara como final de la camada al mate numero 27 mate que se llevará la última porción del agua que estaba en el termo. En esta ronda la azúcar va a ir en cada mate, junto con una creciente rabia que no puede terminar de disimular (disimular para nadie pues esta solo) por todas esas cosas que no hizo, esas oportunidades que desaprovecho, esas palabras que, pensándolo después, debería haber dicho y le hubiesen cambiado su vida (porque con el tiempo lo ve como una panacea, sin reflexionar en lo que en realidad hubiera sido) en fin se arrepiente de su pasado, se opone a su presente y se ve amenazado por su futuro. Empiezan todas las preguntas retoricas que lo dañan. Finalmente se acaban esos mates, a los cuales odia por dentro.

Intermedio: se acabó el agua del termo, el sigue enojado, pone a calentar más agua. Mientras tanto busca una campera porque ya hace frío. La habitación esta en penumbras pero él no siente la necesidad de prender una luz, el calor se está yendo, la rabia mengua su poder junto con el sol que casi no se ve. Llena nuevamente el termo.

Cuarta tanda (o primera del segundo termo si se cree en una historia circular y no lineal, o quizás sea espiralada la historia, en cualquier caso). Esta durará evidentemente desde ese segundo primer mate, y terminara en…. El mate numero 14, o quizás sea el 15. Ya la noche se apoderó del cielo, el frío ha llegado, así como la reflexión filosófica acerca de su vida, de las causas que llevaron a tomar las acciones que se reprochaba en la tanda anterior. Y detrás de todo, está el miedo, el miedo desnudo, miedo desaforado, pasivamente activo. Lo frenó en cada ocasión el miedo al cambio, porque sabe que cada cambio es una pequeña muerte de algo, y nunca quiere morir, incluso sabiendo que luego de esa muerte hay un seguro renacimiento, pero no es un renacimiento, es un nacimiento, porque luego del cambio no es el sino otro un él después de un cambio, por lo cual no es del todo él. Se deprime, pasan un tema de Vox Dei (Presente) y en un acto de desesperación apaga la radio. Unas lágrimas caen por sus mejillas sin saber que por miedo a morir ha muerto en vida.

La oscuridad es total, el mate se enfrió en la mano, que no tuvo el coraje de llevarlo hasta la boca. El silencio es absoluto. Se siente un sollozo, luego, un llanto de bronca, de desesperación, de impotencia. Sobre todo de impotencia.