domingo, 29 de mayo de 2011

Hipolítia parte 4.a

4.a)

Eduardo había comprendido finalmente la mente y su funcionamiento de 10 personas el último año. Era un profesor de la universidad, pero las clases le aburrían por eso siempre buscaba a alguien que sobresaliera por algún motivo, y trataba de comprenderlo, primero superficialmente ¿Por qué eligió ese peinado hoy? ¿Qué representa esa remera en esa persona en esa clase? Esta clase de preguntas iniciaban su acercamiento. Para hacérselo más difícil a si mismo (y para no levantar sospechas ni cosas raras, la facultad difiere de un conventillo en que la primera tiene mejores baños) buscaba de otras carreras, que no haya una conexión evidente.

Hacía una semana que había terminado con su último proyecto, y una vez entendido, se volvió aburrido, eso le pasaba siempre, se decía a si mismo que en algún momento iba a asesinar a alguien después de entenderlo. Pero simbólicamente lo hacía, salvo por el hecho que algún día pudiera necesitar de alguno (y todos terminaban felices de que él los entendiera, los masoquistas) no existían en su mente más que como un número, un cuaderno con todas sus notas pasadas y analizadas, de hecho eran tres los cuadernos por persona, en el primero iba tomando las notas de lo que observaba, en el segundo mostraba como se veía el sujeto a sí mismo y en el tercero (el más importante) era el resumen donde entraba toda la mente pensamientos e historia de dicho individuo, cómo llegó a ser lo que es, cuáles son sus motivaciones, qué entiende por vida, etc.

En eso estaba cuando vio a Hipólito por primera vez, aislado, con un libro, estaba decidido, tenía una nueva víctima, un nuevo enigma que resolver, demasiado raro para no encajar, demasiado normal para seguir yendo a clase, en definitiva, un ser que valía la pena mirar, aunque sea para descubrir lo terriblemente vulgar y común de su vida (pocas personas tenían una historia interesante que contar, Eduardo mismo había tenido una vida que se podría resumir en diez líneas)

Cinco meses antes de ir al teatro Hipólito decidió empezar a hacer un cantar épico en prosa que rescatara la historia de aquel Hipólito griego, pero decidió cambiar algunos nombres, aparte de hacer juegos con ellos, pero lo principal era dejar de relegar a ese joven a ser la sombra de Teseo, de ser menospreciado y exiliado en dos obras de teatro, que para peor, en la segunda ni siquiera era el protagonista. Había que traerlo de vuelta, cambiar la historia, hacerla atractiva, modificarla, estafar, engañar, mentir, pero hacer que la obra valga, nuevos enemigos, viejos enemigos, todo se conjugaría en su obra maestra… escribió “Un hombre con una toga blanca habla solo, anhelando su mujer a la que tuvo que dejar tiempo atrás por un viaje que se le imponía” así comenzaría la Hipolitía aunque el personaje principal tuviera otro nombre, él sabría que es Hipólito, y nadie más importaba.

A las pocas semanas de empezar a escribir, se le aproximo un hombre de barba, vestido de un traje pasado de moda, con algunos remedos, apenas si cruzaron palabras, pero tenía la impresión que ese hombre lo comprendía, había algo en su postura, en su actitud, de “yo lo sé y no tengo problema en ello”. Se rio de sí mismo; siempre se creía que había hecho algo malo, matar a alguien o algo así y es porque en cierta manera se sentía responsable, si bien no le debía nada, de haber matado simbólicamente a su padre. Los tiempos no eran aquellos, desde entonces se siente en falta.

1 comentario:

  1. Lo que me más me gustó : "Un hombre con una toga blanca habla solo, anhelando su mujer a la que tuvo que dejar tiempo atrás por un viaje que se le imponía” así comenzaría la Hipolitía ". Perfecto título para una obra de olvido, amor, muerte, etc, etc,etc, y princesas cuasi perfectas..
    Cuanta escucha, y cuantos deseos encontrados que tiene el actor, pero es clara su sensibilidad. Cambio, detrás de otro cambio ... :)
    Nos vemos ..
    ps: Codigo k : "choma"

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